¿Quién ayuda a los que ayudan?
Llegar a pensar que Lima sólo es una ciudad qué evoca progreso, grandes emociones y un crecimiento impresionante; es hacer de la vista gorda a las desgracias que ocurren en el interior. Así como hay necesidades, el aumento masivo de la población en los conos de Lima ha reflejado una inminente pobreza y gran necesidad entre quienes ahí habitan.
Llegar a la zona de Nueva Rinconada en Pamplona Alta es sólo un recorrido al que se puede llegar con tan sólo un carro desde la Estación San Juan, y tan solo con llegar y confundir un suelo teñido de negro, no por la brea de la pista sino por un mar del lodo y desechos de desagüe que transcurren desde lo más alto de los cerros a la avenida principal que nos da la bienvenida a una realidad diferente donde la pobreza, necesidad y el olvido del estado se pueden ver nada más llegar. Un panorama claramente desalentador que bastaría para hacer retroceder a cualquiera evitar visitar esa zona, y sin embargo, darse la oportunidad de adentrarse entre estas calles nos da la posibilidad de encontrar una Parroquia, la parroquia de Sagrado Corazón de María, que más allá de su importancia religiosa se ha convertido en el centro de ayuda más importante para esta comunidad.
Aquí donde el internet ese escaso y los proyectos para el agua y desagüe no existen, uno se pregunta qué tanto sufre la población, donde la delincuencia y la pobreza se juntan. Desde los más jóvenes hasta los más grandes son conscientes de la falta de presencia policial, incluso de los serenazgos, quienes en sus propias palabras a menos que haya un muerto no los vas a ver.
Estos problemas que sumados a las enfermedades que pueda haber en la zona, las cosas se vuelven más que perjudiciales para sus pobladores, que no cuentan con una posta médica en el sector, por lo que si quieren atenderse tendrían que necesariamente ir hasta Villa El Salvador. Y sumado a esto las denuncias por violaciones o abusos a la mujer son escasos, y no porque no existan casos sino por la falta de un Centro de Emergencia mujer que pueda atender estos casos, situación que al final deja vulnerables a este sector de la población que sumado a una municipalidad ausente se convierten en la formula perfecta para dejar a su suerte a toda una localidad que tras estas injusticas buscan poder llevar una vida con las condiciones más básicas.
Un solo colegio público se hace presente en lo más alto de uno de los cerros, teniendo la capacidad de enseñar a 600 alumnos, de un aproximado de 1500 y que para quienes quieran estudiar tendrán que salir de Nueva Rinconada, lo que implica un gasto enorme de pasaje. Conversando con el Padre Jose Luis Calvo nos hace presente de sus ayudas a los que estudian lejos. “Se les está apoyando con movilidad a 14 alumnos, entre todo el año son 40 000 soles” Con semejante suma de dinero para cubrir los pasajes no resulta extraño que la mayoría deje los estudios al no poder cubrir con esos gastos.
Florance una de los voluntarios, que viene desde la República Democrática del Congo, con 3 años en el Perú, menciona que la situación no ha cambiado mucho. Ella visita a los enfermos directamente en sus casas, a los adultos mayores, personas con discapacidad y mamás solteras. “Aca en la Nueva Rinconada hay mucha gente de la provincia, la mayoría no tiene trabajo fijo, viven en situaciones críticas, hay jóvenes que son mamas de 4 o 5 años viviendo sin su pareja” sus palabras evocan más que una mención de la realidad, una genuina preocupación por ayudar y aun con todos sus esfuerzos no hacer mucha diferencia.
“Una señora todos los días tiene que ir a vender un caramelo en la esquina, ir a tocar las casas para conseguir un trabajo, limpiar o arreglar el jardín para poder pagar algo. Yo voy visitando a esa gente tratando de ser un puente con la parroquia, cuando los veo la mayoría tienen esa necesidad hablar con el padre, que hace el llamado para recibir ayuda de la gente de afuera, que dona ropa víveres dinero, medicina.” Expresa Florance cuando la Parroquia trata de ayudar a quienes más lo necesitan. Pasan años y la inmutable situación nos hace reflexionar ¿Será que esta gente solo vivirá de donaciones y ayuda externa?, ¿Habrá momento en el que puedan vivir con independencia, una vida digna como Dios manda? En cuanto más nos adentramos en su realidad las cosas se vuelven más crudas.
Recordarán que durante la pandemia se escuchaban rumores que los médicos empezaban a elegir quienes viven y quienes mueren, porque no podían abastecerse. Bueno la pandemia terminó hace ya 2 años y aquí en Nueva Rinconada podemos encontrar una situación similar. “En tiempo de pandemia, explica Florance, habiamos hecho un proyecto para ayudar a los comedores, al inicio recibíamos a la gente en nuestra casa, venían y les entregábamos comida, pero se hizo un desorden todo el mundo venia, que decidimos pasar el proyecto a la parroquia y acá con la coordinadora, cada martes ella con otras señoras van a Ciudad de Dios a hacer las compras y nosotros veíamos como se reparten las proteínas entre los que más necesitan, muchos de ellos gente de la tercera edad que necesitan, ahi viven solos”
Desde la parroquia se trabaja para poder darle ayuda a los pobladores, desde talleres de costuras a las mujeres como bríndales espacios para que puedan desarrollar su biohuerto y un horno con el que puedan generar ingresos para sustentar las necesidades de su comunidad.